COCHES CONTRA TIROS & TIROS CONTRA COCHES

Por Ernesto Pérez Vera

¿Perteneces a esa comunidad profesional que ejerce sus funciones con un arma de fuego pegada al pellejo? En plata, ¿eres agente de la autoridad, militar, vigilante de seguridad o escolta? ¿O acaso eres joyero, diplomático, senador, juez, empresario o lo que sea, pero titular de una licencia de armas tipo B? Sí, la famosa tipo B, la codiciada como yo la denomino, esa autorización administrativa que permite, a quien la tiene, moverse por todo el territorio nacional con una pistola o un revólver, con fines defensivos.

Espera, no te vayas, que este artículo no está destinado exclusivamente a quienes manejan fuscos, porque si laboras desempeñando otras actividades, como, por ejemplo, la venta ambulante de pescado en los mercadillos; la conducción de autobuses escolares; el repostaje de combustible en una gasolinera; la redacción de noticias en un periódico; o el pintado de fachadas encaramado a un andamio, puede que los siguientes párrafos igualmente resulten de tu interés.

Creo que Hollywood nos ha hecho creer a todos, a mí también durante años, que si sentamos un maniquí dentro de un coche lo destrozaremos, en mayor o menor medida, si descargamos 10, 15 o 20 tiros contra el vehículo en cuestión. De hecho, la cosa no es tan descabellada, pues estaríamos hablando de la teoría de la probabilidad, si todas las balas perforaran la carrocería, o sea, si no falláramos y le endiñáramos al coche. La citada teoría se emplea extensamente en áreas como las matemáticas, las estadísticas y la física, llegándose a teorizar sobre ella hasta en el mundillo filosófico.
Pero leches, aunque resulta que sí, que las posibilidades de acertar a los ocupantes de un coche aumentan si lo saturamos a balazos, apuntemos o no apuntemos a quienes en su interior se hallen, que por cierto, eso de apuntar suele resultar infructuoso en el curso de una situación con riesgo para la vida del que dispara, hay veces que la teoría se va a tomar aire fresco por el callejón de la peste. Ya sea porque los astros se alinean a favor del rociado de plomo o ya sea por otros muchísimos y normalmente incontrolables factores, hay quien ni se despeina recibiendo una lluvia de proyectiles, aunque estos entren y salgan por todas las esquinas del automóvil. A esto se le llama, en el acervo popular, nacer con una flor en el culo. Nacer de nuevo, vamos.

En la siguiente filmación comprobaremos la asombrosa suerte que tuvo un detenido mal cacheado (ocultaba una pipa en el tobillo) que se fugó, a tiro limpio, del interior del coche-patrulla con mampara en el que estaba siendo trasladado. Veremos y oiremos cómo la conductora del patrullero, único miembro del cuerpo in situ, descerrajó alrededor de 15 tiros contra la parte trasera de la carrocería de su automóvil, logrando largarse por una ventanilla el aparentemente indemne malhechor, si bien segundos después se le ve caer abatidito por una nueva andanada de zurriagazos, mientras corría como pollo sin cabeza… a la vez que disparaba. No sé quién tuvo más suerte, si el malnacido o la uniformada.

VER EL VÍDEO AQUÍ https://www.youtube.com/watch?v=t8_K9G0Wy2k VER EL VÍDEO AQUÍ

El vídeo, estadounidense él, guarda infinita similitud con hechos acaecidos en España, no muy lejanamente en el tiempo. En “En la línea de fuego: la realidad de los enfrentamientos armados”, libro editado en 2014 por Tecnos (Grupo Anaya) y escrito por el psicólogo clínico Fernando Pérez Pacho y por este humilde expolicía, son descritos, narrados y analizados, hasta el más mínimo detalle, varios incidentes con un trasfondo final casi calcado al ahora aquí visionado.
Así las cosas, el protagonista del capítulo 9 soltó 28 endiablados taponazos contra los 2 criminales que le estaban disparando desde muy pocos metros de distancia y desde el interior de un turismo sustraído, sin que conste lesión alguna en los tiroteados, incluso teniendo en cuenta la gran cantidad de proyectiles que traspasaron el chasis. A propósito, el agente resultó gravísimamente herido por el primer tiro que le dirigieron, pese a lo cual el funcionario continuó disparando hasta vaciar el cargador de su pistola, viéndose obligado a recargar para, como cantan los números arriba expresados, seguir abriendo fuego hasta agotar de nuevo la munición. Con dos cojones. ¡Ah! Significar que este policía estaba considerado un excelente tirador, dado que además de entrenar con frecuencia a nivel oficial, participaba en tiradas deportivas de recorridos de tiro.

Pero en “En la línea de fuego” se dan a conocer más incidentes de esta naturaleza, como aquel en el que un par de policías fueron recibidos a balazos en la puerta de una joyería, durante la perpetración de un atraco (capítulo 19). Los agentes todavía estaban dentro del patrullero y circulando, cuando desde escasos 10 metros recibieron una terrible lluvia de balas, principalmente del calibre 7,62x39 mm, procedentes de, entre otras armas largas, un fusil de asalto Kalashnikov. Pues bien, contra todo pronóstico, ninguno fue lesivamente alcanzado, aun cuando el vehículo quedó como un queso gruyer.

En fin, lectores míos, que todo y nada puede suceder en un plis-plas, tanto dentro como fuera de un coche, así que al lorito y a entrenar mucho y bien. Una cosita más, conciénciense de que estas cosas pasan sin que previamente haya sonado el irritante y consabido silbatito del instructor, por lo que también es muy aconsejable visualizarse, uno mismo, resolviendo mentalmente fregados de esta y de otras índoles. La suerte es, más veces de las que nos imaginamos, la que dirime y finiquita el resultado de muchos eventos a sangre y pólvora. Pero eso sí, a más adiestramiento recibido, menos trabajo para la atareada diosa Fortuna.

Por cierto, antes de finiquitar estas líneas, déjenme traer a colación un suceso acaecido hoy mismito en los Estados Unidos, y del que han informado casi todos los medios escritos y audiovisuales de nuestro país. Como muchos ya sabrán, 2 agentes de policía norteamericanos han sido asesinados esta madrugada, en ataques ‘por sorpresa’, cuando se encontraban sentados en sus vehículos, en 2 incidentes separados en la localidad de Des Moines (Iowa). Lo ven, las cosas pasan y casi siempre suceden sin previo aviso…

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