¿PARTES NO VITALES…?

Por Ernesto Pérez Vera
Heraldo, lunes 6 de febrero de 2017: “Tras esta disputa, apareció Javier Martínez, con el que comenzó a hablar de manera más sosegada y distendida. Sin embargo, cuando la conversación parecía haber terminado de una forma amistosa, Cecilio G. G. sacó un revólver o una pistola y le disparó en el hombro izquierdo. Según pudo saber este periódico, desafortunadamente el proyectil le afectó a una arteria y, a pesar de que recibió atención médica con rapidez, falleció poco después desangrado por un shock hemorrágico”.

Lo ves, precisamente por esto me escabullo de emplear la manida expresión ‘disparar a partes o zonas corporales no vitales’. Y cuando recurro a la susodicha cita es, ya, matizando numerosísimos detalles, sobre todo después de comprobar personalmente qué supone disparar al tren inferior de un humano, verificando los efectos de acertar. Por otra parte, aunque este incidente se produjo entre particulares, concretamente ayer en Épila (Zaragoza), las circunstancias y la dinámica del evento recuerdan mucho a cómo se produce un importante porcentaje de enfrentamientos policiales. Ambas partes se hallaban físicamente muy próximas entre sí: en Épila, mientras dialogaban; y cuando de policías y malos se trata, mientras se ejecutan identificaciones o cacheos, diligencias básicas y propias de los agentes de la autoridad. Así pues, tanto en un caso como en el otro, todo puede ponerse muy negro en décimas de segundo, casi siempre de modo inesperado.

¿Te entrenan mucho y bien, para este tipo de ataques? ¿Acaso te entrenan mucho y mal? Lo sé, lo sé, te entrenan mal y muy poco. Ante eventos inesperados de esta naturaleza, no resulta sencillo escapar indemne. Pero, sin duda alguna, existen estrategias y técnicas que pueden ayudar a minimizar los efectos adversos de este tipo de agresiones, cuando no incluso pueden ayudar a neutralizarlos. No es fácil salir plenamente victorioso de algo así, pues cualquiera puede llevarse un tajo o un taponazo, en menos que canta un gallo. Pero como seguro que no se vence es sin meditar sobre ello, entrenando para ello. En virtud de tu nivel formativo en este terreno, amén del sempiterno factor suerte, sangrarás más, sangrarás menos o no sangrarás. Agarrarse a la opción del escaqueo no es un plan respetable, sino despreciable, por más que muchos vivan aferrados a ella, como las moscas a la mierda.

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